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Argentina, Chile y Bolivia contienen en sus territorios el denominado "Triángulo del Litio", que constituye la mayor reserva de litio del mundo. Componen el triángulo: el salar de Uyuni (Bolivia), el salar de Atacama (Chile) y el salar del Hombre Muerto (Antofagasta, Sierra de Catamarca, Argentina), denominado así debido a que entre los tres salares ubicados en La Puna, junto a otros cercanos a éstos, concentran más del 85% de las reservas de litio conocidas en el planeta.
El litio se ha transformado en un mineral insustituible en partes de la industrialización de la automoción eléctrica, la telefonía, en computadoras, baterías recargables y otros usos ligados a los productos tecnológicos. Pero es en la nueva industria automotriz donde su importancia está creciendo. Pruebas piloto realizadas por la General Motors (GM) establecieron que un automóvil movido por baterías de litio podía alcanzar una autonomía de 60 kilómetros frente a los 6 kilómetros obtenidos por sus antecesores de níquel-cadmio. Los expertos estiman que futuros –y cercanos– desarrollos podrían aumentar el rendimiento de las baterías de litio hasta una autonomía de 500 kilómetros. Otras ventajas residen en la contaminación nula derivada del movimiento de un vehículo eléctrico y que la batería se recarga con cualquier enchufe eléctrico hogareño. Las potencialidades de las baterías de litio han entusiasmado a las automotrices de todo el mundo: Toyota, Mercedes, Peugeot, Mitsubishi Motors, Daimler, Chrysler, BMW, Porsche y Volvo, empresas que, si bien ya tenían programas de desarrollo basados en el níquel-cadmio, en la actualidad han virado al uso del litio seducidas por sus capacidades superiores. También Tesla Motors, la empresa que llevan adelante los creadores de Google, Larry Page y Sergey Brin, ha desarrollado un coche eléctrico, el Roadster, impulsado por este tipo de baterías.
La masificación de los motores eléctricos en los vehículos es lo que se viene para enfrentar la escasez de los combustibles derivados del petróleo. En esta nueva era del automóvil, Bolivia, Chile y Argentina se convertirían en los "países árabes" del litio.
En este contexto, Chile y Argentina han entregado la explotación a las empresas extranjeras. Argentina desde la sanción de la ley de Inversiones Mineras 24196, liberó su explotación y, para peor, el Convenio Minero con Chile permite que el litio salga directamente por el Pacífico (Chile). Sin embargo Bolivia fue la primera en iniciar las investigaciones sobre la potencialidad del litio y es a su vez el país donde todos los intentos de las transnacionales por acceder a las salmueras del salar fueron, hasta ahora, frustrados. Desde el 2008 avanza con un plan de industrialización soberana de los recursos que es 100% estatal y contempla, a mediano plazo, la producción de carbonato de litio y cloruro de potasio y, a largo plazo, la producción de baterías de ion-litio. Ésta es la verdadera soberanía energética.
La explotación del litio en el Salar del Hombre Muerto, a cuya reserva se le calcula una vida útil de más de 50 años, está en manos de dos empresas: la Minera del Altiplano SA, empresa cuya propietaria es FMC Lithium Corp., y la Lithium One Inc. (Canadá) & Galaxy Resources Limited (ASX: GXY) de Australia.
Argentina no posee políticas para el control y uso de los minerales denominados "estratégicos". En el caso del litio, su "entrega sin control" significa que Argentina en la nueva era del automóvil eléctrico no tendrá el control del principal insumo de las baterías. Es decir: como hoy dependemos de la importación del petróleo, mañana dependeremos de la importación de las baterías de litio.
El gobierno nacional si realmente quiere tener la soberanía energética debe abandonar la norma neoliberal-menemista Nº 24196 y sancionar una ley que garantice la soberanía minera para impulsar el control de la explotación y la industrialización de los minerales estratégicos. Si esto no lo realiza hoy, mañana no tendremos recursos naturales para garantizar nuestro desarrollo y crecimiento económico.
Rionegro.com.ar.
Portal Minero
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