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Los pronósticos anuncian que las fuentes de petróleo se podrían agotar en unos 40 años y el litio aparece como uno de sus sustitutos, al menos en el área del transporte. Las baterías de litio no solo están presentes en celulares y computadores, sino que también en los autos eléctricos. Este auspicioso mercado está impulsando el desarrollo de una cadena de extracción, producción, investigación y tecnología que puede representar un salto revolucionario.
Las expectativas son especialmente altas en el llamado triángulo del litio: Argentina, Chile y Bolivia concentran cerca del 80 % de las reservas mundiales de esta materia prima. "La consultora Signum BOX ha informado que la demanda de litio se triplicará para 2025. En el norte de Argentina hay dos centros productivos —en el salar de Hombre Muerto y en el salar del Rincón— y numerosos proyectos se encuentran en desarrollo. "Los planes para esta industria son amplios: un proyecto de litio entra en producción en forma más rápida que una mina de oro o cobre", agrega el experto.
Bolivia cuenta con el salar de Uyuni, el mayor yacimiento del mundo, pero uno de los obstáculos es que el litio está bastante mezclado con magnesio, lo que encarece el proceso.
La abundancia del recurso y las expectativas de una creciente demanda han generado efervescencia.
"En estos momentos, la demanda de litio es todavía baja y hay muchos productores, no sólo en Sudamérica, también en China, por lo que el precio se mantiene relativamente bajo", explica Robert Sieland, geoecólogo de la Universidad Técnica de Freiberg, quien ha trabajado en investigación en el salar de Uyuni. Los expertos son cautelosos. "El litio es un material muy barato y abundante. El mercado mundial a 2015 no superará los $us 1.000 millones. Ello en comparación con el cobre, por ejemplo, representa menos del 5% de las exportaciones de cobre sólo de Chile", apunta Jaime Alée. Asimismo, cree que "la analogía con el petróleo no es justa, ya que una vez insertado en la química de la batería dura miles de cargas, hasta que muera la batería, a diferencia del petróleo que es un combustible y debe renovarse continuamente.
El excesivo triunfalismo puede jugar en contra de los países productores. "El principal obstáculo es creer que se tiene una mina de oro y dibujar un futuro en ese paradigma, siendo un recurso menor y abundante en el mundo".
El desafío actual para estos países es ir más allá de la simple extracción. "Es muy evidente que falta una industria asociada al desarrollo del valor agregado. Me parece que existe un cierto grado de confort, propio de la época agrícola, donde explotar recursos naturales produce dinero fácil y abundante", dice Jaime Alée.
Buscando cambiar este paradigma, la Universidad de Chile creó el Centro de Innovación del Litio junto a empresas privadas —una de ellas Chemetall, con sede en Alemania—, un centro de investigación y desarrollo en torno a las baterías de Ion-Litio. En Argentina también están surgiendo planes de desarrollo en este sentido y en Bolivia se ha hablado de cooperación con Corea.
Todo depende de la capacidad de hacer investigación. La cooperación internacional con instituciones extranjeras puede ayudarlos a dar el salto. Japón, Corea, China, Estados Unidos y Alemania son los mayores compradores de litio del mundo, países donde también se desarrolla investigación e industria asociada a este producto.
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