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Hoy hablaremos de uno de los más preciados recursos naturales de Bolivia: el litio. Tras varias horas de ruta árida e inhóspita, perdido en el sur de Bolivia, se halla el salar de Uyuni, una placa de sal de 12.000 kilómetros cuadrados de más 10 metros de profundidad, la mayor reserva de litio en el mundo.
El litio es un metal maleable empleado para la fabricación de baterías de cámaras fotográficas, computadoras portátiles y teléfonos inteligentes, entre otros. Además, es indispensable para la fabricación de baterías eléctricas para automóviles híbridos. La gran intensidad energética del litio hace actualmente de este metal uno de los más cotizados en tecnologías de punta. Frente a las problemáticas ecológicas y a la disminución de reservas de petróleo como a la subida de precios del mismo, el aprovisionamiento de litio se está convirtiendo en un tema económico y estratégico que no cesará de cobrar importancia en los próximos años.
Bolivia, aparte de poseer la mayor reserva en litio, es un país rico en recursos minerales e hidrocarburos, explotados en su mayoría por empresas extranjeras, lo que siempre puso al país en una posición de simple exportador de materias primas a precios muy bajos. Y si bien el litio se perfila como la energía del futuro, hoy el desafío del país es efectuar un verdadero desarrollo industrial para, por fin, realizar su “despegue” económico.
El presidente Evo Morales, en ese aspecto, repitió un sinfín de veces en estos últimos años, que Bolivia nunca cederá el control de sus reservas en litio. El país ya cuenta con su primera planta propia de ensamblaje de baterías de litio y la voluntad del Gobierno actual es reducir las desigualdades económicas, posicionándose en el mercado internacional con productos propios, para lo que deberá mostrarse extremadamente competitivo frente a Chile y Argentina que poseen respectivamente la segunda y la tercera reservas más grandes de litio del mundo.
La planta boliviana, valuada en 19 millones de dólares, planea, para 2016, igualar la producción de Chile, produciendo 30 mil toneladas de carbono de litio por año. Sin embargo, uno podría considerar que el plan del Gobierno resulta ligeramente ambicioso puesto que las reservas de litio boliviano son ricas en magnesio lo que representa un costo suplementario, tanto técnico como pecuniario a la hora de la extracción, sin contar con que las reservas de litio chileno son consideradas las de mejor calidad a nivel mundial y que Argentina ya exporta las suyas a Estados Unidos, Reino Unido, China, Alemania, Japón, Holanda y Rusia.
Sin embargo, la estrategia gubernamental de incorporar capital privado, pero bajo control estatal, tiene bastante lógica. Es una forma de que los beneficios obtenidos vayan al Estado, cambiando para bien la historia del país en lo que concierne a sus materias primas. Éste es un gran reto que se puso el Gobierno de Morales. Para ello, se debe buscar la entrada en el sector, de inversores extranjeros a Bolivia, dándoles una mayor seguridad y más incentivos a nivel legal. Pero el mayor desafío es el de igualar el grado de desarrollo en tecnología e infraestructura y sobre todo, en organización y estabilidad a nivel país con respecto a alguno de los países competidores en el rubro.
Personalmente, me pregunto si este desafío, que de lograrse, sería sumamente beneficioso para Bolivia, esto, sin malograr la majestuosidad y la belleza natural del mayor desierto de sal del planeta.
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