domingo, 22 de julio de 2012

MUTÚN, Evidente desequilibrio económico

Luego de la sorpresiva militarización de las oficinas de la Jindal Steel Bolivia (JSB) y del cerro Mutún, la población de Puerto Suárez y Puerto Quijarro aún no despierta de esta triste noticia y continúa con su actividad habitual. Aunque hay sectores que sienten el impacto del truncado proyecto siderúrgico lo que les genera un desequilibrio económico que se manifiesta en menores ventas, en urbanizaciones a medio construir y en oferta de terrenos, casas y en deudas bancarias.

En la plaza 16 de Julio de Puerto Suárez, que funciona como un termómetro para medir la actividad comercial de la ciudad, en no más de seis cuadras se apiñan negocios de ropa, de materiales para la construcción, librerías, locales que ofrecen celulares, carnicerías, puntos de llamada, pequeños restaurantes y la infaltable flota de mototaxitas.
En el lugar la actividad económica es febril, se nota la presencia de brasileños que aprovechan el fin de semana para cruzar de Corumbá y comprar algunos artículos, que les cuesta tres o cuatro veces menos que en su país. En este punto las personas que venden ropa, productos para el hogar, productos para la ganadería, tienen su momento de gloria.

Antonia Rojas hace 25 años que llegó desde La Paz y junto a su esposo se hacen cargo de una ferretería. Para ella la salida de la Jindal tuvo un impacto directo pues en el tiempo que estuvo la empresa extranjera ella se encargaba de venderles materiales para la construcción, repuestos para la instalación eléctrica y fierros.


“Hace unos seis meses que la venta de estos productos ha disminuido. Ya no compraban como antes y las personas que habían llegado del interior también dejaron de venir a mi ferretería. Eso nos preocupa, pero el pueblo no va a morir, siempre habrá modos para seguir trabajando”, indicó Rojas.

Yolanda Cáceres, una cochabambina de sonrisa amplia al igual que su abdomen, mientras espanta las moscas que buscan posarse en las chuletas de cerdo y de res que ofrece, aseguró que cada vez cuesta más poder vender la cantidad suficiente de carne para cubrir los gastos del alquiler, de la luz y del agua. Aseguró que hacen falta más trabajadores que ganen un buen salario y que estos lo gasten en el mercado, y con la salida de la Jindal cree habrá menos circulante de efectivo y por consiguiente sus ventas serán menores.

Menos preocupado está Jorge Camacho que remarcó que con la empresa Jindal o sin ella su negocio seguirá funcionando como hace 30 años, cuando fue uno de los primeros en apostar por la comercialización de ropa, pues entre su clientes principales están los brasileños y estos a su criterio seguirán cruzando la frontera en busca de mejores precios.

Donde se nota de manera más contundente el freno del proyecto Mutún es en el negocio de los inmuebles y de la tierra. Una importante cantidad de personas llegadas del interior compraron un terreno y apostaron por construir sus viviendas. Otros, con mayor poder adquisitvo, compraron tierras para edificar distintas urbanizaciones; todo eso quedó a mitad de camino con la consiguiente depreciación del precio de los terrenos.


René Quispe, propietario de una tienda del barrio Víctoria, recuerda que compró su terreno, hace cuatro años, de 300 metros, en $us 6.000 y que con la construcción de su casa (tres cuartos, cocina y un baño) gastó otros $us 5.000 y que ahora por la caída de las ventas quiere volver a Potosí y nadie le quiere pagar más de $us 7.000 por su propiedad.


En el barrio El Coquero los vecinos, aletargados por el calor, aún esperan que se haga realidad la construcción de su sede, pero saber esto no va a ser posible si en la zona no hay una importante creación de puestos de trabajo que genere un mayor movimiento económico.


Otra señal de que la salida de la JSB tuvo un impacto directo en la ciudad es que las obras de pavimentación que estaban a cargo de la empresa se paralizaron dejando a los porteños la desagradable tarea de lidiar cada día con los baches y la tierra de sus calles.


Un poco más lejos, justo a los pies del yacimiento de Mutún se encuentra la comunidad Warnes Chalera, que con sus 40 familias tenían la esperanza de que los servicios básicos (luz y agua) dejen de ser algo ajeno.


Esperanza Ponce, una cochabambina que hace 40 años llegó a la zona, contó que mientras los motores de la Jindal estaban en funcionamiento contaban con luz, pero luego de que se fueron volvieron a usar velas o mechero.


Los porteños, cada uno a su manera, buscan asimilar el impacto de tener otra vez postergado su sueño siderúrgico.
Algunos escuchan con recelo las promesas del Gobierno nacional y otros que están acostumbrados a lidiar con las necesidades extremas de vivir en la frontera sacan pecho y aseguran que esta tierra no va a morir.

DETALLES EN EL YACIMIENTO

- Situación. En su segundo día de intervención militar, las oficinas administrativas de la Jindal están custodiadas por militares. Nadie puede entrar al lugar.

- Temor. Los trabajadores mostraron su desconfianza al señalar que no saben dónde irá a parar todo el patrimonio de esta empresa, que contaba con equipos de computación, muebles, vagonetas y camionetas y que ahora están bajo resguardo militar.

- Abandonado. Antes de llegar a Mutún hay un complejo de 15.000 m2 de los cuales 2.650 m2 fueron construidos para que allí funcione la oficina de proyecto del complejo siderúrgico Mutún RC Maquinaria. En el Yacimiento se pudo verificar que hay nueve equipos.

- Equipos. Ocho fueron fabricados en 2008, son de color amarillo y los modelos son 74-9 KW, 328 KW y 261 KW y las series 12295, 12226, 12236, 12406, 11906, 12294, 11801 y 12408. Mientras que hay otra máquina color rojo, fabricada en 2011, serie 1886 SW 11113. Todas están bajo el control de los uniformados.

- Malestar. Los transportistas de lugar criticaron la partida de la Jindal, pues consideran que las obras que estaban realizando en la pavimentación de las calles eran un buen trabajo y que ahora no saben quién lo va a continuar.

Así se expresan

Facunda Gonzales
Comerciante de Puerto Quijarro
La Jindal no cambió nada. Vivo 20 años en este lugar y siempre escuché promesas de todos los gobiernos. Que nuestra región iba a progresar, que los empresarios iban a crear industrias y puestos de trabajo, pero nada. Así que si se va la Jindal, que se vaya, nosotros seguiremos como siempre trabajando y ganando nuestro quinto con esfuerzo y sin ninguna ayuda.

Isabel Añaguez
Comerciante de Puerto Quijarro
Los que deben estar preocupados por todo esto son algunos dirigentes que siempre buscan su beneficio sin importarles nada de los demás. Dígame usted qué hizo la Jindal mientras estuvo aquí. Nada, solo anuncios y falsas promesas. Acá en el pueblo vivimos de lo que los brasileños nos dejan, así que no tenemos por qué decir qué pena que la Jindal se va, que se vaya.

Baldomero Pessoa
Comerciante
Preocupa todo esto, más para los que tenemos hijos y vemos que su futuro se va pareciendo al nuestro que como única actividad tenernos el comercio o algo de ganadería, pero no hay nada seguro, no tenemos industrias. Vamos a tener menores ventas, pues no se olvide que esto del acero es una cadena y uno forma parte de ella.

Yovana Merlo
Comerciante de Puerto Suárez
Llegué de Santa Cruz hace dos años con la esperanza de que acá me iba a ir mejor. Al principio fue así, pero luego fue empeorando. La gente ya no compra, cuida más su dinero y gasta lo necesario. No sé si voy a volver a Santa Cruz, eso lo tengo que conversar con mi esposo, pues para abrir esta tienda hicimos un préstamo. Todavía no lo pagamos.

Marco Camacho
Mototaxista de Puerto Suárez
Es una pena que todo lo que se planificó, que todo lo que se prometió no se cumpla. Muchos nos compramos una moto o un autito con la esperanza de que iba a haber una gran cantidad de pasajeros, pero cada día es menor. Pasamos horas sin llevar a una sola persona. Así no se puede seguir, se debe hacer algo para mejorar nuestra situación.

Erman Flores
Comerciante de Puerto Suárez
El problema es grave, pues no se olvide de que hace cuatro años llegaron muchas personas del interior con ganas de progresar. Se ha saturado el servicio de agua, de los alcantarillados y de las escuelas. Imagínese en un pueblo con carencia de puestos de trabajo que lleguen más y se encuentren en la misma situación, es muy grave.

Cifras

Inversión
2.100
millones de dólares. Jindal se comprometió a invertir. El Gobierno no pudo mostrar qué inversiones hizo la firma.

Trabajo
150
Es la cantidad de trabajos directos que se crearon. Con los administrativos de Santa Cruz se llegaba a 200.

Tiempo
6
Años que la compañía estuvo en Bolivia. Hubo problemas de tierra, cobro de garantía y provisión de gas.

LAS FRASES

Nos mintieron como hace años. Aprendimos a buscar otras alternativas para vivir y no ser ingenuos”
Isabel Añaguez | Comerciante

Temo que mis hijos se vean obligados a viajar y a dejar su tierra en busca de oportunidades que acá no hay”
Erman Flores | Comerciante

Siento pena. Otra vez se tendrá que esperar varios años para soñar con la industrialización del hierro”
Baldomero Pessoa | Comerciante

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